Bienvenido Mr. Marshall. ¡O(h) no, Miki, no!

Cualquier tarde, cualquier noche, de cualquier día, desde hace ya muchos meses, Arroyo está desangelado, anodino, triste.

Nuestras autoridades eliminaron en un plis plas la feria de agosto, empiezan a reventar la cabalgata de Reyes, continúan quitando tantas y tantas cosas en las que el pueblo, en general, se quiere divertir.

Pero claro, debemos de dar una imagen, la imagen que ellos quieren que demos de ellos, y no la de la triste, anodina y desangelada realidad de Arroyo.

Cualquiera que haya oído hablar de nuestro pueblo, en este suelo de la piel de toro, o bien se pregunte (en caso de desconocernos) por nuestro pueblo, aplicarán para su conocimiento, las nuevas tecnologías. Escribirán en su explorador predefinido la palabra del todo entendido google y en él el nombre de nuestro pueblo y, voilà; aparecen todos los datos sobre nuestro pueblo: el ayuntamiento, Wikipedia, videos, Robos de 9.500 kilos de aceitunas, robo de loros, etc., etc. Y en imágenes, como no, el atentado famoso que no sé en qué habrá quedado.

Podéis comprobarlo si queréis, y eso que no pongo todo lo que viene, por no atosigar más a las gentes de este Arroyo, anodino, triste y desangelado, que me leéis.

Pero mañana, a partir de las 9:30 horas, a dar el do de pecho, en el recibimiento del gran Miki, para que veamos que nuestra triste, desangelada y anodina realidad se convierte en la alegría de la huerta. Eso sí, para demostrar que nos merecemos ser el pueblo más divertido, hay que agasajar a lo florido de nuestra gente con el ágape acostumbrado, migas, música, bailes, y cómo no, a nuestro ilustre huésped (a los malpensantes que siempre estáis ahí, no utilicéis este término bajo la acepción de gorrón, parásito, vividor, oportunista, etc. sino que debéis hacerlo exclusivamente como invitado).

Ah, se me olvidaba, para ser divertidos hay que acudir disfrazados, es decir, ocultando vuestra personalidad, para (por definición de la Real Academia Española) desfigurar la forma natural de alguien o de algo para que no sea conocido o, disimular, desfigurar con palabras y expresiones lo que se siente.

Esto último me suena a algo que otros, como los concejales de las Redes Sociales de don Maduro Faraónico, propugnan todo lo contrario hacia personas como yo, siendo  ellos auténticos maestros del disfraz, del engaño, de lo oculto y soterrado, como puede ser esta fiesta. ¡Cómo se lo montan!

Que os compren quien os conozcan.
Y al pueblo lo tenéis como para tirar cohetes.